martes, 1 de abril de 2014

Circo con animales ¿en extinción?

Por Francisco Rodríguez
             Hay una fila larga para entrar y el olor a aserrín mezclado con caca de animal llega hasta afuera, donde una cabalgata de colores ilumina el circo Barleys.
            Es la segunda función de un jueves frío que espabiló a decenas de niños entumidos por el regreso a clases. Entramos a la carpa y ya está montada una enorme jaula donde panteras, jaguares, guepardos y dos osos, se alistan arriba de unos bancos, como perros de ataque a la espera del silbatazo para atacar.
            Al lugar le cabrán unas 450 personas pero esta noche hay cerca de 200 miradas que pagaron de 80 a 150 pesos para ver un show de circo con animales salvajes. A nadie de aquí le importó que afuera, un grupo de jóvenes se manifestaran en contra de estos espectáculos con pancartas como “los animales no son payasos”.
            En la jaula, un domador vestido de negro con látigo a la mano, dirige el desfile de animales que saltan vallas como si fueran obstáculos o dirige el tráfico de los felinos que suben a una escalera metálica y brincan entre un circulo de acero prendido con fuego. El domador trata de estimular a un jaguar mediante un trozo de pollo que pone en un palo. Excita al animal a que siga la recompensa con el objetivo que llegue hasta arriba y camine sobre dos cuerdas flojas. El animal no cede y regresa a su banco. El domador va hacia él y lo trata de animar pero el jaguar le lanza un zarpazo. El domador de nombre Julio César hace una mueca y continúa con el show.
            Julio César jala de una oreja a un oso y lo lleva al centro. Lo sube a un monopatín y éste anda sobre él. El público ríe. El oso se mira tosco arriba de un juguete para niños de ocho años. Al terminar, el domador le da alimento. Después, con el mismo oso, el domador lo pone sobre dos patas y bailan el vals.
El domador nunca golpea a los animales pero hace sonar el látigo y con ese eco los animales reaccionan: regresan a sus lugares o empiezan a caminar. Los felinos se miran cansados, como un perro cuando recién se levanta, se estira y camina pasmoso es busca de agua.
             Enseguida retiran a los animales que corren como las porristas cuando ya tienen que dejar la cancha de básquetbol al término de un tiempo fuera. Entran entonces dos elefantes quienes hacen su introducción subiéndose a un banco y luego a uno más pequeño y luego a otro que es giratorio y sólo están sobre una pata, con la trompa moviéndose. Dos cirqueros hacen que un elefante brinque la cuerda como niña de ocho años. Después a uno le ponen una armónica en la trompa y al otro un pandero. Luego les avientan aros que giran con la misma trompa. En eso suena la famosa canción Gangam Style y los paquidermos se mueven como si bailaran. Ese afán de los humanos de querer que los animales realicen cosas de humanos.
            Entonces sale “Bimbo”, una jirafa de seis metros que sólo sacan al ruedo para que niños del público le entreguen zanahorias de comer.
Mejor en el circo que en el hábitat
            Óscar Barreda, representante y encargado de Barleys Circus, asegura que los animales están mejor cuidados y protegidos en su circo que en su hábitat natural. “En su hábitat natural están matándose entre sí y están a la intemperie de quienes se dedican a la cacería. Es más cruel que entre ellos se maten en su hábitat natural”, opina sin empacho.
            Los integrantes de Barleys refieren que el circo tradicional es el que lleva animales. Barleys fue fundado hace 39 años en Los Reyes La Paz, Estado de México. Afirman que es la empresa más grande de México, centro y Sudamérica. Tiene cerca de 250 animales, un zoológico móvil que carga con cuatro elefantes, una jirafa, un hipopótamo, más de 40 primates, felinos como panteras, tigres, leones, jaguares, guepardos, leones blancos, también dos osos, caballos, cebras, camellos y más. Son 100 personas, entre ellos 30 artistas, los que viajan con el circo.
Barreda presume que siempre están bajo la lupa de la Profepa y que si maltrataran a los animales, tendrían problema en toda la república. Dice que los maltratos se presentan en los Estados Unidos e incluso se dice a favor de la gente que está en contra del maltrato a los animales.
Según Barleys, el entrenamiento a los animales se facilita porque ninguno fue sacado de su hábitat, es decir, se reprodujeron en el circo o en zoológicos, por lo que el adiestramiento se da a base de premios y se usa el látigo solo por tradición. Incluso, Óscar platica que en el circo se han reproducido tigres y jaguares y para él, eso refleja lo bien que se sienten los animales, lo bien “cuidados, adaptados y consentidos”. “Ahí viene la reproducción, si no se sintieran a gusto no podrían y ese ha sido el éxito de esta empresa”, explica como si fuera experto en reproducción de animales.
Según el portal Animanaturalis, los circos contravienen dos artículos de la Declaración Universal de los Derechos del Animal (1978): el artículo 4, que expresa: "(a) Todo animal perteneciente a una especie salvaje, tiene derecho a vivir libre en su propio ambiente natural, terrestre, aéreo o acuático y a reproducirse. b) Toda privación de libertad, incluso aquella que tenga fines educativos, es contraria a este derecho." También contravienen el artículo 10: “a) Ningún animal debe ser explotado para esparcimiento del hombre. b) Las exhibiciones de animales y los espectáculos que se sirvan de animales son incompatibles con la dignidad del animal.”
            En Bélgica, recientemente se prohibieron los animales salvajes en los circos y solo aquellos considerados como domésticos podrán ser utilizados. En la lista de animales autorizados para el circo están los perros, gatos, caballos, ponis, conejos, dromedarios, camellos, bovinos, entre otros.
            Ante esta decisión, Stéphane Agnessen, responsable del festival europeo de circo, criticó la decisión. En una declaración tomada por el diario francés Le Monde, Agnessen opina lo mismo que Óscar: “Un circo sin animales salvajes no es un circo. La gente no viene a ver gatos o caballos”, declaró el europeo. Incluso, Agnessen asegura que a raíz de esta decisión, los circos belgas afectarán a muchos artistas que se quedarán sin trabajo.
            En Austria y Grecia ya están prohibidos los circos con animales salvajes. Mientras que en países como Alemania, Hungría, Dinamarca, Finlandia, Singapur, Colombia, Bolivia y Suecia, están prohibidas ciertas especies. Inglaterra, Holanda y Suiza van por el mismo camino.
            En México, sólo el estado de Querétaro prohibió en 2013 que los circos utilicen animales como entretenimiento, y de hacerlo, la multa es de cinco mil salarios mínimos.
Oficio: domador
            Ulises tiene 25 años y es uno de los dos domadores oficiales de Barleys. Su padre fue payaso, sus tíos y abuelo fueron domadores. Él se inclinó por el segundo oficio. Su cuna fue la carpa y le inculcaron desde entonces que el circo sin animales es como la playa sin sol.
            Al igual que Óscar, refiere que el adiestramiento de los animales no es a punta de latigazos ni golpes, sino a base de premios. Compara la estimulación que se le da a un niño para sacar buenas calificaciones a cambio de un juguete. Lo mismo con los animales.
“Tienes que tener mucha paciencia, que el animal te conozca y tú conocerlo”, comenta Ulises. Igualmente, asegura que ningún animal es arrancado de su naturaleza y que por el contrario, son criados debajo de la carpa.
Pero la naturaleza de un oso no es bailar, cuestiono a Ulises.
Son muchas métodos, técnicas. Cada domador tiene sus técnicas. Si soltamos a estos animales no van a saber cómo conseguir su comida. Te apuesto a que en una semana van a estar bien flacos porque hasta eso, están mejor alimentados que yo, responde sin hablar del oso bailarín.
Ulises me lleva atrás de la carpa donde tienen listos a los camellos, caballos y cebras para un espectáculo que se lleva a cabo. También tienen a los primates encerrados y hacen el mismo escándalo que los changos enjaulados de alguna escena en una película hoollywodense. La primera cebra que quiere acariciar no se deja. Ulises me explica que los animales son como los humanos o como la esposa: si anda en sus días, no le hables.
Mientras tanto, el circo hace una pausa de animales y avienta al ruedo el show de payasos. Son dos que realizan bromas que caen en lugares comunes: el payaso que interrumpe continuamente al otro, el payaso que llora y avienta agua al público y el payaso que termina con ademanes amanerados.
Entra entonces el malabarista, un tipo vestido de negro que avienta los malabáricos a una gran velocidad. La concentración y rapidez aumenta en la medida que suma malabares. Hace lo mismo con sombreros boomerang que se coloca en la cabeza y lanza con una coordinación militar. La destreza del malabarista sin duda es de lo mejor del show.
Aparece enseguida una joven que realiza una danza aérea. Es una gimnasta que hace sus desplantes aferrada a una cortina que cuelga del techo. Luego sigue “Cyber gaucho” con toda su familia. Pero es él, un argentino (según dice el voceador), el que realiza un número con una especie de chacos largos que tienen una bola de acero y que ondea a una gran velocidad.
Enseguida sale el domador Ulises con llamas, caballos y una manada de cebras, incluida una albina. El número de estos animales consiste en correr alrededor de la pista y saltar vallas.
Después hace la entrada un hipopótamo viejo que entra al ruedo solo para ser montado por hasta cinco niños. Los niños montan como si el animal fuera un toro mecánico.
“Lo animales no son tratados como animales”
 “En Barleys Circus los animales no son tratados como animales sino como las grandes estrellas del espectáculo. Aquí cuidamos y amamos a los animales”, asegura el domador Ulises.
            En Francia, Gilbert Edelstein, presidente del sindicato nacional de circo, dice que los animales son “artistas de cuatro patas” y los considera como de su familia.
Ulises y Óscar utilizan el mismo ejemplo para distanciarse de otros espectáculos: “Todos se llaman dedos pero no son iguales”, explican mostrando abierta la mano.
Durante el espectáculo, el anunciador exhorta al público a no tomar fotografía ni video, pero solo lo recalca cuando hay animales en el ruedo. Cuando pedí a Óscar entrevistar a un domador en el día, para ver el entrenamiento, me dijo que todos se iban a distraerse al centro. Ulises asegura que hay días que entrena a los animales hasta por cinco horas.
Ulises se “especializa” en domar changos. El circo alberga más de 40 primates y algunos, según refiere Ulises, están tan bien cuidados que hasta les ponen pañal.
“Muchas mamás de los changos no los reconocen, los desechan y los maltratan, nosotros los rescatamos. Si fuéramos ruines los dejaríamos morir. Es un ser vivo que siente. Cuidamos muchísimo a los animales. Yo soy el que recibe a las crías, es como recibir al hijo de uno. Los animales se han familiarizado conmigo y con Julio César (otro domador)”, insiste Ulises.
El espectáculo de los primates es más que nada mostrar a todos y hacerlos correr en el ruedo, amarrados de una correa como sabuesos. El anunciador los apoda con nombres de artistas como Gloria Trevi, William Levy, Omar Chaparro o La India María. También cargan con un chango bebé y efectivamente lleva pañales. Se llama Chicharito. A veces, la crueldad se esconde estampando nombres de humanos a los animales.
Todos los animales de Barleys tienen insertado un chip, como mercancía que utilizan porque se los suelen robar y en él existe un registro.
¿Nunca te ha atacado algún animal?, pregunto a Ulises
No nos han atacado los animales, sólo unas mordidas leves. Cuando te desprecian los castigas y no le das su premio.
¿Qué le dices a quienes están en contra de los circos con animales?
Que no sean tan envidiosos. Estoy de acuerdo en prohibir las corridas de toros, las peleas de gallo, las peleas de perros clandestinas. Pero si quieren mandar a estos animales a su hábitat, los van a mandar a la muerte. En los zoológicos ya no caben de tantos animales.
Si los maltratas, en la función sería igual
En Colombia existe un manicomio para animales donde la misión del albergue es deshumanizar a los animales. La revista colombiana Soho publicó una crónica titulada “Visita al manicomio de animales” donde el periodista expone el caso de un puma que un hombre tuvo por años. El felino ya no podía liberarse porque no aprendió a cazar y porque aprendió a ronronear para pedirles comida a los humanos.
¿Tienen animales en peligro de extinción?, le pregunto a Óscar
Dicen que el jaguar y guepardo, pero aquí están bien cuidados.
Es un hecho que cada vez hay menos público para los circos.
A esta empresa difícilmente le va mal por la tradición. Atayde Hermanos se ha preocupado más por alquilar el nombre y ya no tienen la credibilidad. El espectáculo ha bajado mucho. Fuentes Gasca se han preocupado por los espectáculos musicales.
Al final le lanzo la pregunta abierta a Óscar si no cree que los circos vivan un momento de evolución. Él responde: “La iluminación y las instalaciones va ir cambiando pero el espectáculo mantiene la tradición. El aserrín es de años eso; las palomitas, las golosinas, los trapecistas, payasos, animales…