martes, 1 de abril de 2014

Insomnio en la esquina sureste de la séptima y Greenwich Avenue

Por: Daniel Herrera
A pesar de que
Edward Hopper nació un año después de Picasso su obra nada tuvo que ver con la vanguardia cubista, de hecho, aquel mito que afirma la visión liberal e iconoclasta de los grandes artistas se quiebra al observar con cuidado la vida de Hopper, el pintor de los hombres y mujeres solitarios.
Hopper nunca cumplió con los estereotipos requeridos para ser artista de vanguardia. Picasso fue, en algún momento, un dandy, pero volteó a ver a la “sufrida humanidad” y creó El Guernica, cima del cubismo, aunque después continuó con su acomodada vida bohemia-burguesa. Pero el pintor estadounidense, a diferencia del español, era incluso reaccionario. Empezando por su técnica pictórica, pasando por sus temas e incluso la elaboración intelectual de sus cuadros se mantienen dentro de cierto conservadurismo. Incluso él mismo afirmó que durante sus viajes a Europa, en pleno apogeo de la vanguardia, nunca escuchó que alguien le hablara sobre Picasso, ni siquiera observó alguna de sus obras.
A pesar de la fuerte influencia impresionista (en 1962 afirmó: “Creo que sigo siendo un impresionista”) toda su vida fue figurativo. Como buen hombre tradicional se enfrentó a la abstracción de Mark Rothko y Jackson Pollock. Tal vez esta actitud fue la razón de su poca fama en vida. Tuvo que esperar hasta los 37 años para tener su primera exposición individual, donde no vendió ni un cuadro y fue hasta los 41 cuando aseguró un estilo de vida frugal, pero suficiente para él y su esposa.
Pintor de lo típico estadounidense, afirmaba que lo único que quería pintar era el sol entrando a un cuarto. En ese intento también pintó calles solitarias, gasolinerías, restaurantes, moteles, oficinas, paisajes y bares.
Su primer cuadro exitoso fue Casa junto a la vía de tren, ahora es más conocida por ser el modelo que siguió Alfred Hitchcock para el hogar de Norman Bates, protagonista de la enorme película Psicosis.
El cuadro exhala cierta tristeza aunque no hay ninguna persona que nos pueda entregar esa sensación. Esto proviene de la combinación del pasado y el futuro de la sociedad norteamericana. La casa victoriana representa los valores que por años tuvo el estadounidense, esos valores se enfrentan de golpe contra el futuro, representado en las vías de tren. Para Hopper, casi un romántico tardío, hay una melancolía constante por el pasado. Pero esta tristeza no la transmite con claroscuros ni con colores terrosos, en lugar de eso, llena de luz la obra, tanta que en realidad la casa deslumbra. No tiene miedo de mostrar la vejez y la pobreza, de hecho, es claro que el autor quería que eso observemos.
La otra obra que se volvió fundamental en la carrera profesional del pintor fue una que se puede encontrar incluso en locales comerciales cuyos dueños no tienen idea de qué es aquello que llamamos “Historia del arte”.
Es un cuadro que representa un restaurante típico estadounidense: Nighthawks, cuya traducción literal es Halcones de la noche, pero que también se le ha llamado Noctámbulos. Ejemplo pictográfico exacto y esclarecedor del insomnio.
El insomnio pertenece a la soledad, no se puede sufrirlo acompañado. El insomne, lo mejor que puede hacer es retirarse a su esquina, a su cuchitril más íntimo a rumiar el sueño perdido, el insomnio no acepta pláticas a las cuatro o cinco de la mañana, el insomnio es la desesperación única y personal. El mejor amigo del insomnio es el silencio y los carros pasando afuera en la calle.
En Nighthawks los personajes aparentan acompañarse, pero en realidad se perciben como solitarios. La pareja no se voltea a ver, ella observa aburrida sus uñas, su compañero parece hablar con el empleado pero sus labios están cerrados. El hombre de espaldas está ocupándose de sus propios asuntos. El único que tiene cierta vida es el empleado, pero no está hablando, apenas observa. Hopper afirmó en una entrevista que no intentó retratar la vida nocturna urbana como solitaria y vacía, aunque tal vez sí pintó inconscientemente la soledad de una gran ciudad.
Además, este cuadro parece tener varios vasos comunicantes con distintos aspectos de la cultura estadounidense. Uno de estos vasos puede ser el cuento de Hemingway, “Los asesinos”. En este cuento, dos personajes irrumpen en un restaurante barato buscando a un tercero para asesinarlo. No lo encuentran pero aterrorizan a los pocos clientes y trabajadores del lugar. El lenguaje del escritor es parco y sus diálogos casi no tienen la intervención de un narrador. De esa forma, el carácter de cada uno de los personajes se va dibujando por sus diálogos y no tanto por su descripción. De la misma manera podemos ver a los individuos que aparecen en el cuadro de Hopper, en cada uno de ellos visualizaríamos sus características psicológicas sólo por su posición espacial dentro del restaurante.

Nighthawks tiene un detalle más, además de su punto de vista cinematográfico y la intensa luz artificial que contrasta con el fondo: el lugar no tiene puerta, el empleado está atrapado detrás de la barra y los clientes dentro del restaurante, como una pesadilla sin sueño.  Así el insomnio es similar, sin una puerta visible y a la mano para salir de él, el insomne está atrapado toda la noche aunque se lo toma con calma porque tiene la esperanza de dormir al día siguiente, tal cual como Hopper pintó a sus noctámbulos.