miércoles, 3 de diciembre de 2014

El fenómeno del Santos-Laguna

Por: Pedro Santibáñez


     El equipo de fútbol profesional Santos-Laguna es un fenómeno extraño, casi indescifrable: de alguna manera forma parte de la identidad regional. Sus victorias y sus derrotas mueven el ánimo colectivo de La laguna semana tras semana y sus campeonatos son las apoteosis; el éxtasis de una sociedad que tiene una historia breve y muy pocos símbolos sobre los cuales soportar su pasado, sin embargo ese equipo de futbol es irregular, errático en su comportamiento la mayor parte del tiempo: gana un campeonato y después no califica a la liguilla; llega a una liguilla y pierde partidos de manera escandalosa, absurda si tomamos en cuenta que se trata de jugadores profesionales que ganan sueldos enormes, millonarios.
    Si nos vamos a la hemeroteca, la historia del Santos-Laguna es relativamente breve; se remonta apenas a 1983, pero es hasta la temporada 1988-89 cuando se compra la franquicia de Los Ángeles de Puebla, y a partir de ahí cobra fuerza hasta generar una clientela de fanáticos realmente extensa, pero sigue siendo dentro del medio nacional del fútbol un equipo nuevo, poco apreciado por los medios de difusión y los cronistas que se concentran en la ciudad de México. En contraste, la empresa cervecera Modelo lo compra en 1994 y lo convierte en un instrumento de mercadotecnia muy efectivo invirtiéndole dinero en grande. No hay ningún otro asunto, fenómeno o tema regional que tenga más espacios de difusión que el Santos-Laguna. Cada semana una cantidad absurda de programas en radio, televisión y secciones deportivas de los medios impresas, saturan a la sociedad regional con una propaganda atiborrante. Aislados y satanizados aparecen por ahí uno o dos críticos; aquellos que analizan el comportamiento del equipo en las canchas sin estar en la nómina de la empresa Modelo o en sus contratos de publicidad, aunque si pueden estar en los contratos de la empresa cervecera de la competencia.

       Con los publicistas oficiales el Santos-Laguna ni perdiendo pierde, bajo el argumento de que “hay que ser guerreros de corazón hasta la muerte”. Si el equipo está en un barranco, como lo estuvo en la fase de semifinales del torneo que acaba de concluir, hay que esperar “el milagro de la remontada”. “Vamos por la remontada” rezan los titulares de los diarios y los programas pagados por la cervecera, aunque todos sepan que el torneo ha terminado y están irremediablemente perdidos, pero hay que seguir vendiendo la imagen del equipo pase lo que pase, esa es la línea y hay que seguirla como un soldado. Algunos, muchos, se firman como periodistas, lo que debería obligarles al menos un poco a ser veraces, pero no, finalmente hay que actuar como publicistas que promocionan hasta milagros.