miércoles, 1 de enero de 2014

GIDUSA. La devastación forestal y la riqueza de los Rincón

Por: La redacción/Agencias
    En medio de un panorama desalentador para los duranguenses, en donde diariamente se pierden cientos de hectáreas de bosque, en donde el peligro latente de incendios es una amenaza de una gran catástrofe ecológica, en donde razas indígenas como los tepehuanos, huicholes y mexicaneros, son víctimas de grandes explotadores que sólo ven en el bosque duranguense una forma más de incrementar su riqueza, nace en 1970 una empresa maderera, que cuatro décadas después se transformó en un emporio de la industria del papel.
    Así en 1970, los hermanos Miguel, José Antonio, Ignacio, Jesús, Wilfrido y Mayela, todos ellos de apellidos Rincón Arredondo, fundan una pequeña empresa maderera y de transportes forestales, que 40 años después es una corporación internacional denominada Grupo Industrial Durango, Sociedad Anónima (GIDUSA).
    A la empresa se han sumado otros industriales como Antonio Madero Bracho, Antonio Araiza Cañadilla, Alfonso Fernández de Castro y Ángel del Palacio Elizondo, éstos dos últimos identificados con las supuestas mejores familias de la sociedad durangueña capitalina.
    Los hermanos Rincón Arredondo han sido, como otros poderosos empresarios, “soldados del PRI”. Por muchos años han financiado a los candidatos del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de la república y a nivel estatal a gobernadores y legisladores.
    Sus favores, sus relaciones y su poder económico los han convertido en intocables, por lo menos dentro del estado de Durango, donde representan el único gran consorcio industrial fuera de la región lagunera.
    Aún y cuando las denuncias en contra de la empresa por extracción ilícita de recursos silvícolas han sido graves, ninguna ha prosperado, pues el sistema judicial del estado ha protegido a los empresarios predilectos, a costa de un severo y grave deterioro ecológico.
    El 19 de agosto de 1990, los indígenas de Mezquital y Pueblo Nuevo, municipios en donde se encuentra la mayoría de la Sierra Madre Occidental que atraviesa Durango, denunciaron que GIDUSA, así como la empresa Impregnadora del Guadiana, propiedad de la familia Rosas Solórzano, estaba extrayendo ilícitamente el recurso silvícola.
     En la década de los noventa el problema de sobreexplotación de los bosques era grave, pues el entonces encargado del Plan Consultivo Estatal Tepehuano, Huichol y Mexicanero, Francisco González, reconoció que el 50 por ciento de la zona boscosa propiedad de los indígenas estaba devastada.
    El total de la superficie forestal  de México es de 141 millones de hectáreas, el estado de Durango es después del estado de Chihuahua el que tiene mayor extensión boscosa, sumando un total de 4 millones 989 mil 401 hectáreas. Se constituye también en la primera reserva forestal del país, con 410 millones de metros cúbicos rollo total árbol.
    El estado aporta el 30% de la producción forestal a nivel nacional en la especie pino y de la sierra de Durango, año con año, se extraen, en números oficiales, 1.8 millones de metros cúbicos rollo total árbol, dicha remoción se distribuye supuestamente en un 50% para los ejidatarios, el 20% para las comunidades y 30% para los pequeños propietarios.
    De acuerdo a la Secretaría de Ganadería y Desarrollo Rural del Gobierno del Estado, Durango tiene en reservas arriba de 500 millones de metros cúbicos de rollo total árbol, pero se reconoce que no se cuenta con la infraestructura adecuada y hasta hace poco no había proyecto de gobierno para rescatar la sierra.
LOS FAVORES DEL GOBIERNO FEDERAL
    El Grupo Industrial Durango ha incrementado su patrimonio a la sombra del poder central y de algunos altos funcionarios.
    En la década de los setenta GIDUSA compra empresas madereras del Grupo Chihuahua, lo que lo convirtió en uno de los principales grupos forestales del país.
    En la década de los ochenta y parte de los noventa ingresa a la industria de la producción de celulosa. De forma simultánea adquiere el Grupo Atenquique, Papeles Monterrey, Industrias Centauro, Compañía Papelera de Guadalajara y Papelera de Texcoco.
    Pasando por el escándalo en 1987 diputados del Congreso de la Unión y el propio sector empresarial señalaron que hubo favoritismo en el proceso de licitación de la empresa paraestatal Atenquique, pues de entrada se cambió la convocatoria inicial para que ingresaran otros compradores y sobre todo anticipadamente se dio a conocer al ganador: Grupo Industrial Durango, quien pago 45 mil  millones de viejos pesos y colocó las acciones de Atenquique en la Bolsa Mexicana de Valores, a través del grupo Inverlat.
    En ese entonces , el director adjunto de Nacional Financiera, Eduardo Amerena, aseguró que la empresa era sana y con utilidades, y descartó que el gobierno federal la haya vendido por su mal estado financiero, lo cierto es que las irregularidades nunca se aclararon pues el entonces Secretario de la Contraloría de la Federación, Ignacio Pichardo Pagaza, no dio respuesta a la investigación aún y cuando reconoció que aclarar las dudas en torno al proceso de adjudicación era parte de sus funciones, nada se supo.
    Lo cierto es que esta ventajosa compra le dio el impulso a GIDUSA para entrar en lo que podría denominarse como las ligas mayores del medio empresarial. Los años siguientes serían, aun con los contratiempos de la economía mexicana, de un constante crecimiento. Hoy las cosas son muy distintas.
    En México se coloca entonces como una de las empresas forestales más importantes del país y según registros de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial en el principal productor de celulosa y papeles cafés, además del fabricante más importante de México en empaques y envases de papel. Logra colocarse como una de las 25 empresas mexicanas que cotizan en la Bolsa de Nueva York. Desde entonces han sucedido muchas cosas en la composición de GIDUSA, pero el origen fue definitivamente el apoyo y la complicidad del gobierno central y los estatales.
    El problema es que el crecimiento de la riqueza de los Rincón Arredondo ha ido de la mano de la devastación ecológica de la biósfera estatal.
    Aunado a la explotación irracional del bosque que esta industria duranguense ha generado en el aspecto silvícola, en la década de los ochenta produjo un fuerte problema ecológico, pues entonces la Industria Celulósico Centauro contaminó severamente el Rio Tunal, a grado tal que según autoridades de la Procuraduría de la Defensa del Consumidor, flora y fauna de la región virtualmente se extinguieron.
    El daño ocasionado a la hidrografía y a la atmósfera, dejó huella en la región sureste del estado, pues varios kilómetros a la redonda reflejan el deterioro ecológico que por más de 30 años ha provocado la industria en la geografía de Durango.
   A pesar de todo, GIDUSA siguió avanzando y a través de la transformación de papel en artículos de mayor valor como empaques de cartón corrugado, impresos a color, sacos de papel, empaques, charolas moldeadas y productos de consumo masivo, lo que le permitió en la década de los noventa adquirir nuevas empresas identificadas a nivel nacional, entre las que se puede mencionar a Titán, logrando así apoderarse al mercado nacional de empaques.
    Todavía en el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León, GIDUSA adquiere con fuertes irregularidades la empresa paraestatal Productora e Importadora de Papel, S.A. (PIPSA). La empresa, que representa el monopolio del papel periódico en México, fue vendida en el mes de diciembre de 1998 en mil 114 millones de pesos; alrededor de 112 millones de dólares, lo que era menos de la mitad de su valor en libros, la cual paga con un crédito de 80 millones  de dólares que le otorgó Bancomext, cuando en principio no era sujeto de éste debido a las deudas no pagadas con la institución, contraídas por medio de Fibras Celulósicas, una filial del grupo.

   Una historia ecológica sucia premiada por el gobierno central y la complicidad de los gobiernos estatales.