Por: Agencias
Criticado,
cuestionado, en una profunda crisis según varios expertos, el arbitraje en el
balompié mexicano, podría desaparecer en cinco años, de acuerdo con tres ex
silbantes. Pero, paradójicamente, es hoy cuando está mejor pagado.
Los árbitros, jueces, referees, u otros
oficiales de cualquier deporte, suelen ser duramente criticados ya que son
ellos los que imparten “justicia” y califican el desarrollo de un juego o
competencia. Por ello, la mayor parte de las veces dejan insatisfechos a uno, a
varios atletas o incluso a un equipo completo que, por supuesto, es el que
normalmente se ve perjudicado por una de sus decisiones. Para muchos, el fútbol
es el deporte más universal y practicado en el planeta, y uno de los más
populares en México. Debido a lo anterior, también es el deporte más
controvertido y polémico, consecuentemente, los árbitros (que guían el destino
del juego) suelen ser “el centro del huracán” en las controversias deportivas.
Desde la clásica “cascarita”, el fútbol llanero, la liga estudiantil o amateur,
todos hemos jugado un partido de fútbol y todos, por lo menos una vez, hemos
lanzado recordatorios familiares al árbitro en turno.
Reza un dicho que ser árbitro de fútbol es
la profesión que ninguna madre quiere para su hijo…explicarlo está de más. Sin
embargo, si le dijésemos a alguien que obtendría en promedio 100,000 pesos al
mes por “pitar” cuatro partidos de Primera División, seguramente lo pensaría un
poco y, quizá, hasta se le “resbalarían” todos los “recortes de manga”
perpetrados por miles de aficionados iracundos ante una marcación suya.
En México esa cantidad (100,000 pesos) es
la que puede percibir un silbante de la Primera División por actuar de juez
central durante cuatro fines de semana (por cada partido reciben 25,000 pesos);
cantidad que, claro está puede disminuir en virtud a que los hombres de negro
son evaluados por la Comisión de
Arbitraje de la Federación Mexicana de Fútbol después de cada partido, por
lo que de haber cometido errores significativos podrían ver reducidos sus
honorarios, sin embargo, en ningún caso, descienden más allá de 20,000 pesos
por partido.
De cualquier modo, un árbitro central del
futbol de Primera División en México percibe en promedio en 80,000 y 100,000
pesos mensuales, siempre y cuando actué los cuatro fines de semana. Se trata de
una cifra respetable y muy por encima del salario promedio de casi cualquier
mexicano, profesionistas incluidos. De acuerdo con la Secretaría de Trabajo y
Previsión Social, más del 64% de estos
trabajadores obtienen en promedio 10,000 pesos al mes (nueve veces menos
que un árbitro profesional). Y ofrece el siguiente dato: a principios de este
año, los ingresos mensuales de los más de siete millones de profesionistas
ocupados en el país promediaron 10,340 pesos.
Ahora bien, cruzando los datos de la STPS
con algunos profesionistas consultados, en México aproximadamente 50% de los
abogados percibe un salario mensual entre 10,000 y 20,000 pesos, si bien existe
otro rango de litigantes que devengan entre 20,000 y 30,000, y algunos más –los
menos- superan los 60,000 pesos, dependiendo, en cualquier caso, de los
despachos en los que laboran y el tipo de clientes que atienden.
Existen médicos generales con salarios de
5,000 a 15,000 pesos en pequeños consultorios, sin bien en promedio los médicos
con especialidad perciben entre 20,000 y 30,000. En el caso de los arquitectos,
sus sueldos pueden ir de 15,000 hasta 60,000 pesos, o más, dependiendo del
despacho y los proyectos. Puestos a comparar, incluso el sueldo de los
silbantes es muy similar al de un Diputado Federal, que sin prestaciones
percibe 105,378 pesos al mes.
Ciertamente los árbitros de futbol se han
vuelto profesionales de su trabajo, pues hay quienes incluso trabajan tiempo
completo, y en favor de ellos se puede decir que su salario va de acuerdo con
la liga deportiva que más dinero genera en el país. Y hablamos de un exclusivo
y selecto grupo de 20 a 22 hombres que rigen los destinos del balompié
nacional.
Entre su gremio son los más agraciados
económicamente, ya que los árbitros asistentes (abanderados) y cuartos
oficiales perciben la mitad que ellos (entre 10,000 y 12,000 pesos), y no se
diga en el universo de los aproximadamente 500 silbantes que integran las ligas
de ascenso y Segunda División, que obtienen un sueldo que no se compara en
nada. Mucho se podría argumentar que su salario es perfectamente justificable,
sin embargo, la crítica deportiva especializada ha cuestionado el accionar de
estos hombres y el nivel que ejercen en el de por si cada vez menos
espectacular fútbol mexicano.
¿PROFESIÓN
SOBREVALORADA?
Curiosamente, justo en el momento en que
ser árbitro supone un oficio o una profesión de élite, el desempeño del gremio
se halla a la altura de las expectativas que genera. “Tristemente el arbitraje
mexicano está en crisis”, asegura Bonifacio Núñez, uno de los silbantes con
mayor personalidad que ha tenido el balompié mexicano. “Y lo está porque
siempre he creído que debería ser como una caja de cristal a la que todos
pueden asomarse y ver por todos lados, pero, eso sí, nadie puede meter la mano.
Y ha metido la mano gente que ni siquiera sabe y que no tiene la más remota
idea de lo que es el arbitraje”.
Felipe Ramos Rizo, árbitro mundialista en
Corea y Japón 2002, no opina muy distinto de Núñez: “creo que en el arbitraje
hay una crisis general, una crisis de dirección y una crisis de árbitros, es
decir, es una cadena que viene desde muy arriba hasta llegar a los árbitros de
Primera División, y que arrastra todo porque, además, no hay buenos
instructores”.
Miguel Ramos Rizo, hermano de Felipe y uno
de los mejores árbitros asistentes de que se tenga memoria, argumenta que
durante parte de la década de 1960 y hasta 1988, con Javier Arriaga al frente
de la Comisión de Arbitraje, se trabajó en gran forma y de ahí salieron
silbantes de la talla de los hermanos Arturo y Eduardo Brizio, Armando
Archundia, Felipe Ramos Rizo y Gilberto Alcalá, quienes fueron referentes en
esa época. Sin embargo, asegura que después de ellos comenzó la crisis.
“La peor época del arbitraje comenzó con la
llegada de Arturo Yamasaki; el profe ya no pudo con el paquete, y hay que
mencionar también a Aarón Padilla y hoy a Rafael Mancilla…Todo ha sido un
desastre con excepción del periodo intermedio de Edgardo Codesal”.
Malos arbitrajes, marcaciones incorrectas,
no de apreciación sino de ejecución, deficiente conducción de los partidos y
poco criterio, son los puntos en los que coinciden los hermanos Ramos Rizo y
Bonifacio Núñez. ¿Por qué se llegó a estos niveles y a esta situación? “Dejaron
de buscar talentos”, apunta Felipe Ramos.
“De repente vemos árbitros en Primera
División que llegan con 15 partidos en la División de Ascenso y así es imposible
que puedan figurar. Los procesos no están bien planeados, quieren hacer
árbitros de manera urgente porque se están acabando. Hoy te puedo hablar de
sólo tres regulares: Marco Rodríguez, Roberto García Orozco y Francisco Chacón,
todos los demás, los otros siete internacionales, ¡No sirven!, y no mencionemos
a los restantes que no tienen gafete de la FIFA. Dan los gafetes sólo por
darlos, por llenar el requisito de los diez árbitros internacionales…Antes
había un seguimiento”.