jueves, 10 de julio de 2014

La pérdida del asombro y la indignación

Por: Sofía Romero
     Nunca, en la historia de Coahuila, un exgobernador del estado había sido prófugo de la justicia norteamericana por delitos como el lavado de dinero, fraude bancario y uso indebido de recursos públicos, hoy, Jorge Torres López es buscado por las autoridades norteamericanas y se le considera un prófugo de la justicia.
    Torres López fue gobernador interino a la salida de Humberto Moreira para ocupar la dirigencia nacional del PRI. Anteriormente había sido encargado de las finanzas estatales y también exalcalde de Saltillo. Es miembro de la familia López, propietaria del Grupo Industrial Saltillo, considerada como la familia (en conjunto) más acaudalada de la ciudad, socialmente intocable en todo sentido, en consecuencia es primo del actual alcalde panista de Saltillo, Isidro López Villarreal.
     Esto, que es una historia turbia, escandalosa, rodeada de un escándalo financiero y político mucho mayor, debería ser motivo de asombro y de indignación entre la sociedad coahuilense y de manera más directa entre los habitantes de Saltillo, por la proximidad que tienen con el personaje y la cubertura que le han dado los medios de comunicación al caso, pero desconcertantemente hay en apariencia una actitud de indiferencia; como si se tratara de hechos remotos, muy viejos o ajenos a la administración pública del estado.
     Para Jorge Torres López, quien se comportaba con cierta indiferencia, hoy el asunto es un drama porque es muy probable que termine en prisión, además de que está impedido permanentemente para pisar territorio norteamericano, lo que en estas gentes es algo considerado como traumático. Es posible que, acorralado, al exgobernador no le quede más alternativa que entregarse a la justicia norteamericana, como lo hizo el también extesorero Javier Villarreal, lo que le implicaría gastos de defensa muy elevador; la pérdida de todo el dinero que le ha sido retenido por orden del juzgado y verse sujeto a la vergüenza pública de pasar un tiempo en prisión. Esta alternativa parece inminente pero se desconoce la postura del exgobernador, sin embargo las cosas parecen orientarse hacia allá, entretanto el PRI nacional sigue jugando con eficiencia la campaña de desinformación que tiene como máxima la idea de que “en Coahuila no pasa nada extraordinario”, más ahora que tienen el caso de Tamaulipas donde varios exgobernadores enfrentan también cargos por delitos tan graves como lavado de dinero, fraude a las arcas públicas, asociación con el crimen organizado y lo que les resulte.

     Pero volvamos al inicio: ¿Por qué la sociedad estatal y local asume una postura de indiferencia aparente ante hechos tan graves? ¿La contra campaña que busca desmontar el escándalo ante la opinión pública es tan eficiente? Si es apatía espontanea estaríamos ante una muy lamentable pérdida de la calidad cívica de nuestra sociedad.